Las tertulias no son
tan improductivas como quisiéramos que fueran. Muchas veces, y sin decirnos
nada entre nosotros, mientras estamos tertuliando, se nos ocurre
alguna idea que nos persigue el resto de la tarde, como si nos susurrara al
oído: "¡escribime!". Llegamos a la casa convencidos de tener toda la
idea clara de principio a fin y comenzamos a escribir, al punto de sacarle
sangre al teclado, hasta que ocurre: nos distraemos o repasamos lo escrito y no
sabemos cómo debemos seguir. Este problema (si acaso lo es) le sucede a todo el
mundo, y uno de nuestros profesores, de la manera más sabia, lo ha bautizado el síndrome
de lo escrito en caliente.
Así que, dejándolo
enfriar, sucede que no es posible continuar las ideas ya plasmadas; el enfoque,
el desarrollo y la intención, se pierden entre los caminos de la imaginación y
queda el escrito en un punto que, si bien no es el final esperado, insinúa la
idea que en algún momento existió en nuestros dedos.
Estos intentos quedan
en eso, en el reposo literario, que no se sabe si sea eterno. Esperamos
regresar algún día a esas letras para terminar de rebosar la copa… o para
beberla ante la insinuación que evoca la inspiración perdida.
A continuación les
presentamos, uno por uno, los coitus interruptus, bautizados
así por Carola, de cada uno de los contertulios en calidad de "intentadores".
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